jueves, 29 de diciembre de 2022

#HistorietasPsicológicas - La mañana de Reyes



La mañana de Reyes


Estaba muy nerviosa. Sabía que había llegado el día y se despertó muy temprano. Bajó sus pequeños pies de la cama y se asomó a la puerta del salón. Allí estaba el árbol adornado con cintas y bolas de Navidad. Debajo, un pequeño Belén con su niño Jesús y demás acompañantes que prácticamente no se veían debido a la gran cantidad de paquetes que había envueltos con vistosos y llamativos papeles.

Carla, ojiplática, tenía el corazón a punto de explotar. Los nervios se apoderaban de su cuerpecito mientras buscaba entre los paquetes algunos que pusiera su nombre. El día anterior, en la cabalgata, Melchor le había preguntado si se había portado bien, y ella le dijo que sí. Por lo tanto nada podía fallar, tenía que estar la casa de muñecas que tantas veces le había pedido a su madre que le trajeran los Reyes. Y allí estaba el regalo, por fin tenía su casa de muñecas. La sacó rápidamente de la caja y se puso a jugar y a inventar historias sobre aquella preciosa casita. En su interior, Carla pensaba en lo maravillosos que eran esos seres desconocidos que venían una vez al año y le traían regalos…

Pasaron los años y la ya no tan niña Carla seguía esperando con la misma ilusión el día de Reyes. Ahora tenía una hermana más pequeña a la cual le iba diciendo pequeños trucos para conseguir sus regalos. ̶ Sobre todo cuando te pregunten los Reyes si te has portado bien, diles que sí. Que estudias mucho y que te comes todo lo que te ponen en el plato. Elsa, su hermana pequeña, sin entender muy bien lo que le decía, sí que sentía los nervios y la ilusión que transmitía Carla; y las dos juntas se iban la mañana de Reyes a descubrir lo que aquellos extraños seres les habían dejado debajo del árbol…

Pasaron dos años más y Carla oía que algunos niños decían que los Reyes eran los padres. Ella no se lo podía creer.  ̶ Qué tontería  ̶ pensaba. Pero su mejor amiga le dijo que el año pasado vio cómo su padre ponía él mismo los regalos junto al Belén. Y poco a poco, de diferentes fuentes le llegaba la misma información: los Reyes Magos son los padres. Al principio dudó, pero conforme fue pasando el curso y llegaron las Navidades siguientes, la semilla de la duda se hizo cada vez más grande para hacerle comprender lo que sus padres hacían todas las noches de Reyes. Entendió por qué su madre le decía que había que acostarse pronto y que si oían algún ruido no se preocupara. Entendió también por qué aquellos pelos de Melchor siempre le habían parecido de peluca y que ninguno de los tres reyes tuviera acento extranjero si venían de tan lejos. Lo entendió todo y le preguntó a su madre. Ella con una sonrisa cómplice le dijo que no podía decirle nada de este secreto a Elsa, la pequeña de la casa, porque tenía que seguir teniendo la misma ilusión tal como ella la había tenido hasta ahora. Carla le prometió que no diría nada.

Su pensamiento había cambiado. Sin darse cuenta una de las creencias más arraigadas de su corta existencia había poco a poco desaparecido. Otras seguían estando ahí…


Las reglas del juego: El modelo ABC


Fue Albert Ellis, uno de los psicólogos cognitivos más importantes junto con Aaron Beck, el que desarrolló a partir de 1950 el modelo ABC. Muy resumidamente lo que nos viene a decir es que los efectos y consecuencias emocionales/conductuales (C) no vienen directamente derivados de los acontecimientos o situaciones que vivimos (A) sino de cómo interpretamos estas situaciones (B). De tal forma una misma situación (A) puede generar diferentes reacciones emocionales/conductuales (C) a distintas personas, según cómo interpreten (B) dicho acontecimiento (A). Igualmente una misma persona puede reaccionar (C) de manera diferente a una situación (A) idéntica en distintos momentos de su vida, puesto que nuestras experiencias y aprendizajes van cambiando nuestro sistema de creencias (B).


Este modelo nos transmite dos principales conclusiones. La primera es que nuestras creencias, y los pensamientos que las componen, son modificables. Por muy profunda que sea una creencia, con las experiencias e informaciones adecuadas podemos cambiarla. Este aspecto es muy importante tenerlo en cuenta para tener una concepción realista y adecuada de la psicología humana. La segunda conclusión que nos enseña este modelo es que lo importante no son los acontecimientos que suceden en nuestra vida, sino nuestra manera de interpretarlos. Todo pasa por el filtro de nuestros pensamientos y creencias, ya sean éstas realistas o erróneas.

Carla estaba muy convencida de que los Reyes Magos eran reales porque todo el mundo a su alrededor le aseguraba que existían (no tenía que ver esta creencia tanto con su inocencia infantil sino con toda la información que le llegaba de su alrededor). Sin embargo las informaciones empezaron a cambiar de manera sistemática y contundente; las personas de referencia ahora (sus amigas) le aseguraban que eso de los Reyes Magos era un invento, que los que dejaban los regalos debajo del árbol eran los padres (y aquello tenía mucho sentido). Las informaciones y creencias de los demás sobre el mundo y sobre nosotros nos influyen irremediablemente pudiendo crear y modificar creencias. Pero no sólo las creencias de los demás nos influyen: nuestras propias experiencias personales también hacen crear y modificar pensamientos. Carla no sólo cambió su pensamiento sobre los Reyes Magos por sus amigas, la cuestión es que además vio a su padre cómo sigilosamente colocaba los regalos debajo del árbol en la madrugada de la noche de Reyes.

Las creencias (irracionales o no) y los esquemas de pensamiento son aprendidos de lo que nos transmiten las personas de nuestro entorno (padres, hermanos, amigos, profesores, etc.), desde la infancia, desde que tenemos capacidad de observar, escuchar y aprender, pero también las podemos generar de mayores. Igualmente nuestras experiencias generan creencias en cualquier momento de nuestra vida.


Ejemplos


De golpe y porrazo


Era mayor, pero se encontraba perfectamente. Tenía factores de riesgo: estaba obeso, tenía hipercolesterolemia, hacía poco ejercicio físico, comía demasiadas grasas y existían antecedentes familiares. De repente notó un pinchazo en el pecho, su corazón estaba sufriendo un infarto. Lo hospitalizaron en cuidados intensivos, pero no evolucionó favorablemente. Finalmente su débil corazón dejó de latir. A partir de ese momento su hijo empezó a preocuparse por su salud. Cualquier sensación en el pecho le hacía pensar que quizás tenía algo en el corazón. Se empezó a obsesionar haciéndose excesivas pruebas médicas y tomándose la tensión compulsivamente. Había generado una creencia irracional (B) hacia la peligrosidad de los síntomas de su cuerpo que antes no le daba importancia. Sensaciones y pinchazos (A) que antes no producían ninguna consecuencia ahora le aterrorizaban (C). La hipocondría había pasado a formar parte de su vida.


Y poco a poco


Ya desde muy pequeño recordaba a su madre tomándole siempre la temperatura y llevándolo al médico por cualquier pequeño catarro o erupción en la piel. Le decía que tenía que ser cuidadoso con su salud, no coger frío, vigilar sus síntomas, tener el teléfono de urgencias a mano… Cuando se convirtió en adolescente todas estas precauciones le agobiaban y le parecían chorradas, pero a los pocos años, sin darse cuenta, se vio haciendo lo que hacía su madre. Estaba muy pendiente de sus síntomas (A) y cuando alguno le parecía sospechoso o compatible con alguna enfermedad grave (B) se ponía muy nervioso y no podía controlar palparse y mirarse repetidamente (C) hasta tranquilizarse y, si tan agobiado se veía, no tardaba en llamar al médico o irse a urgencias (C). Su hipocondría había sido inoculada desde pequeño, poco a poco, en innumerables situaciones. Desde su infancia había aprendido que las sensaciones de su cuerpo (A) podían indicar graves enfermedades que pusieran la vida en peligro (B), por lo tanto había que estar alerta y preocuparse para poner rápido remedio e ir al médico a la menor duda (C).

Ya sea de «golpe y porrazo» o «poco a poco», las creencias se van generando con las experiencias que vamos teniendo. Estas creencias hacen que actuemos y sintamos de una manera u otra y, cuando además son irracionales, producen dolor emocional y sufrimiento psicológico.
 

Conclusiones


Como hemos aprendido, nuestras emociones y respuestas conductuales (C) no son provocadas por las situaciones (A) sino por nuestras creencias (B). Así hemos visto que ante las mismas situaciones (Reyes Magos) o (sensaciones en nuestro cuerpo) las personas pueden reaccionar de manera diferente porque detrás hay pensamientos diferentes. No es fácil cambiar nuestro sistema de creencias. Pero, como hemos visto en la historieta de los Reyes Magos, tampoco es imposible. Carla creía al 100% que los Reyes existían. No tenía ninguna duda. Pero pasado un tiempo tuvo un bombardeo de experiencias e informaciones que le hicieron ver la «otra» realidad y cambiar sus pensamientos.

Detrás de los problemas psicológicos siempre hay creencias irracionales (B) que nos hacen sufrir y actuar mal (C), con consecuencias nefastas para nuestro estado de ánimo y objetivos en nuestra vida (C). En los ejemplos que hemos puesto sobre hipocondría, los pensamientos irracionales tenían que ver con una interpretación errónea de los síntomas de nuestro cuerpo (A) que nos producían alta ansiedad (C) y un montón de conductas inadecuadas (C) que buscaban evitar enfermedades graves y mortales que no existían y que sólo estaban en nuestra cabeza (B).

Para superar cualquier problema psicológico, ya sea de depresión o de cualquier tipo de trastorno de ansiedad como la hipocondría, tenemos que cambiar o debilitar el sistema de creencias irracionales que sustenta la patología emocional. Y es ahí, a través de la terapia psicológica, donde se van descubriendo y discutiendo esas creencias irracionales hasta que se hacen más débiles y vulnerables para poder atrevernos a enfrentar nuestros demonios. Carla, y todos cuando abandonamos la inocente infancia, tenemos nuestro baño de realidad para dejar de creer en los Reyes Magos. Los adultos, y a veces los niños, también tienen que darse cuenta de que determinadas creencias, en ocasiones, no son tan ciertas como pensamos y tenemos que empezar a dudar de ellas y atrevernos a caminar por senderos distintos que nos hagan sentir en paz y en equilibrio emocional para alcanzar nuestros objetivos en la vida.■

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