viernes, 26 de septiembre de 2014

La ansiedad, ¿qué es? (I)

Corría el año 40.000 a.C. y un antiguo antepasado de nuestra especie se había separado del grupo de caza siguiendo el rastro de una gacela herida. No tendría mucho más de 14 años y su juventud le hacía tomar decisiones un tanto temerarias. Andaba con sigilo, mientras separaba con su lanza las hojas y arbustos de un bosque infinito. De repente, a unos pasos más allá se movieron las hojas de un pequeño arbusto. Entusiasmado pensó en la pronta caza de su presa y en las alabanzas que iba a recibir en el clan al cual pertenecía. Sin embargo detrás de la maleza lo que apareció fue la enorme cabeza de un tigre con dientes de sable. En un instante su cuerpo se tensó y pensó que la mejor estrategia era huir tan rápido como pudiera. Sus piernas se llenaron de energía, una energía tan poderosa que hicieron volar sus miembros hasta encaramarse a la copa de un árbol.


En las sociedades post-industriales en las que vivimos parece que el viejo sistema de la ansiedad ha perdido parte de su utilidad. Este sistema nos permite dar respuestas inmediatas a situaciones de inminente peligro vital, proporcionando la fuerza para luchar o huir según dependa la situación. Sin embargo los peligros en la actualidad nada tienen que ver con los que sufrían nuestros antepasados hace 40.000 años en las selvas y sabanas que cubrían el planeta. Actualmente vivimos en robustos y seguros edificios, en nuestras calles los peligros reales son más bien reducidos y la naturaleza que nos rodea pocas veces es peligrosa. Pero esto no siempre ha sido así. Si hoy tú y yo estamos aquí ha sido porque la respuesta de ansiedad se puso en marcha en muchos momentos para salvarnos el “pellejo”. Sin embargo aunque la respuesta de la ansiedad quizás no sea tan necesaria ahora como hace miles de años, sigue siendo enormemente útil en situaciones en las que necesitamos una respuesta que nos salve de un peligro inmediato.
 
Todas las mañanas Pablito y su papá salían camino del colegio. Se acercaron al semáforo de siempre y esperaron a que se pusiera en verde para que pudieran pasar. El papá de Pablito inmerso en sus pensamientos empezó a cruzar el paso de cebra de manera automática al ver que el muñequito del semáforo le daba paso, sin darse cuenta que al fondo se acercaba un coche a gran velocidad. Pero en microsegundos sus sentidos percibieron el peligro y su sistema de ansiedad se activó a toda potencia. Sus piernas y brazos se cargaron de una energía colosal permitiéndole agarrar fuertemente del brazo a Pablito y lanzarlo unos metros mientras él saltaba para esquivar la segura envestida del descontrolado conductor.




Todo el mundo habla de la ansiedad, nervios, estrés, tensión, miedo ¿pero qué es realmente la ansiedad? La ansiedad no es ni más ni menos que un sofisticado sistema de supervivencia. Es un mecanismo destinado a hacer que los individuos de una especie sobrevivan a los peligros que el mundo les depara. Está presente en la mayoría de los organismos. Y en la especie humana su desarrollo es espectacular. Podemos afirmar que nuestra especie ha llegado hasta nuestros días porque en muchos momentos la respuesta de ansiedad nos salvó de una segura extinción en un mundo lleno de peligros.
 
La respuesta de ansiedad nos prepara para afrontar situaciones peligrosas de dos maneras: luchando o huyendo. Como le pasó a nuestro ancestro en el ejemplo anterior o al papá que iba con su hijo, la ansiedad nos permite una respuesta rápida y contundente. Y lo hace en dos vertientes: en la cognitiva (pensamiento de acción) y en la fuerza motora. La respuesta de ansiedad nos permite valorar rápidamente la situación decidiendo la mejor actuación y por otra parte nos llena de energía el cuerpo para poder desarrollar el plan de acción que hemos decidido en microsegundos.
 
Como podemos ver, la ansiedad no es mala. Es un proceso natural e inevitable. Es imposible no ponernos nerviosos cuando nuestro cerebro percibe como peligrosa una situación. Y se dispara ante situaciones que valoramos de riesgo vital pero también se dispara de una forma más moderada ante situaciones nuevas o desconocidas, como hacer un viaje, iniciar un trabajo, hacer un examen importante o conocer gente nueva. La explicación es la misma, lo nuevo o desconocido podría ser potencialmente peligroso, y por ello entramos en un moderado estado de alerta.


Cuando la respuesta de ansiedad se "equivoca"


Sin embargo si la ansiedad no es mala como estamos viendo, por qué tiene tan mala prensa. Por qué muchas personas están asociando la ansiedad con malestar y con angustia. La explicación es la siguiente: aunque la respuesta de ansiedad es muy necesaria tal como hemos visto en los ejemplos anteriores, hay personas en las que esta respuesta se está disparando de manera continuada ante situaciones que no son peligrosas, pero que la persona sí que las está interpretando como si supusieran un riesgo real para ella. De esta manera el viejo sistema de la ansiedad se está disparando sin motivos reales pero desarrollando todo su potencial. Esto hace que la persona se sienta extraña y angustiada con un montón de sensaciones que no entiende y que no están sirviendo para el objetivo que fueron creadas.




Rebeca es una alta ejecutiva de una multinacional farmacéutica. Su puesto de trabajo le obliga a visitar los laboratorios de distintas ciudades europeas, para lo cual necesita utilizar el avión de manera puntual pero continuada, alrededor de media docena de veces al año. Cada vez que la situación sobreviene le da un vuelco el estómago, nota mareo, sudor en las manos, taquicardia, tensión muscular, etc, etc. Cuando llega el día en el cual tiene que volar sus síntomas se incrementan. El momento del despegue es el peor; piensa inevitablemente que el avión va a colisionar con otro y siente una irremediable necesidad de salir corriendo de allí, lo que le obliga a tomarse varios ansiolíticos que ella misma fabrica en los laboratorios que va a visitar.

Lo que le pasa a Rebeca es un claro ejemplo de cómo nuestra vieja respuesta de ansiedad se dispara en una situación con un riesgo muy muy escaso. En la actualidad sabemos que el avión es el método de transporte más seguro. Todos los problemas de ansiedad tienen el mismo origen. Simplemente estamos valorando como peligrosas situaciones que verdaderamente no lo son y nuestro cerebro está reaccionando para salvarnos de un peligro que verdaderamente no existe.

Cuando nuestro cerebro interpreta una situación como potencialmente peligrosa prepara a nuestro cuerpo para la amenaza. Y aunque la persona que sufre de ansiedad le parezca increíble todas las sensaciones que tiene cuando sufre el golpe de ansiedad son totalmente inocuas e inofensivas. Sí que son muy incómodas y en muchos momentos angustiosas, pero repito, en absoluto son peligrosas. La misión de estas sensaciones aunque no lo entendamos en el momento es prepararnos para luchar o para huir.


Este artículo ha sido basado en la siguientes bibliografía:
- Tratamiento Psicológico del Pánico-Agorafobia. Pastor y Sevillá, 1995.
- Tratamiento Psicológico de la Hipocondría y la Ansiedad Generalizada. Sevillá y Pastor, 2011.
- Tratamiento Psicológico de la Fobia Social. Pastor y Sevillá, 2000.
- ¿Por qué las cebras no tienen úlceras? Robert Sapolsky.

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