lunes, 23 de septiembre de 2013

¿Es necesario poner límites a nuestr@s hij@s? ¿Sí o no?


Los avances en la psicología científica de los últimas décadas parecen que no terminan de “cuajar” en prácticas educativas que desempeñen de manera consensuada en el día a día los padres. En cuestión de relativamente poco tiempo hemos pasado de ser educados desde un modelo extremadamente autoritario, con normas y límites exagerados, a educar del modo opuesto, sin ningún límite, en el dejar hacer, por miedo a traumatizar a nuestros hijos.

Y seguramente como muchos padres dicen desde el sentido común, que ni lo de antes ni lo de ahora. Porque verdaderamente ambos modelos de educación han fracasado. El primero por coartar el desarrollo normal de los niños y el segundo por no controlar conductas que desembocarán en problemas para los propios niños en su desarrollo futuro.

Hoy en día es muy común y generalizado la necesidad social de mostrarse cariñoso, comunicativo e indulgente con cualquier necesidad de los hijos y desproporcionadamente tolerante con todo su comportamiento sea o no “adecuado”.  Esto esta siendo “caldo de cultivo” de lo que estamos empezado a ver ya en las consultas de psicología clínica, niños y jóvenes extremadamente inmaduros, emocionalmente débiles. Ellos tendrán probablemente un futuro muy complicado porque no son capaces de vivir y desarrollarse de manera autónoma, además de tener un desbordante sufrimiento por su baja tolerancia a la frustración. La sociedad no tolerará su falta de aceptación de normas y no será tan indulgente como lo somos erróneamente sus papás.

Es normal que hoy en día los padres nos sintamos perdidos en las pautas educativas que debemos darles a nuestros hijos. Es la primera vez en la historia en que el ser humano reflexiona un poco sobre este aspecto. Antes se hacía "lo que se podía" y ya está. No había elección. Y la verdad es que en algunos casos no les iba tan mal. Y sobre este aspecto también deberemos reflexionar. Nuestras pautas educativas van desde lo que recordamos haber visto a nuestros padres, hasta lo que nos insinúan los medios comunicación, pasando por lo que vemos hacer a otros padres. El producto de esta amalgama de cosas hace que no seamos coherentes en las normas y educación de nuestros hij@s. Desgraciadamente no estamos consiguiendo crear un modelo básico de actuación que sea compartido por gran parte de la sociedad.


¿Y por qué no conseguimos esa coherencia en las normas? ¿por que nos resulta tan complicado? 

El primer gran error: Tenemos miedo a que nuestros hijos no nos quieran, o no nos quieran lo suficiente.
Y el temor a este aspecto hace que colapsemos y fracasemos en muchas de las normas que queremos aplicar por temor a no conseguir el "amor" absoluto de nuestro hijos. 
El cariño de nuestros hijos no se suplica ni se ruega. Lo tenemos por la propia convivencia y por el cariño que les transmitimos diariamente, no por la indulgencia hacia las normas.

Segundo error: Si somos "muy duros" les crearemos un trauma que les marcará para el resto de sus vidas. 
Si usted tortura con grilletes a su niño en un calabozo a pan y agua posiblemente le cree un trauma. Pero no lo hará si le manda a dormir a las 21,30 horas a su cama.

Tercer error: No soportamos que nos vean como padres "ogros", rígidos o autoritarios. 
En primer lugar decirles que seguramente el resto de padres no piensen en ustedes tanto como les parece. Siento descubrirles que no sean el centro del mundo. Y en segundo lugar la educación de su hijo la marca usted no los padres con los que comparte su tiempo libre.

Cuarto error: Como estoy poco tiempo con mi hijo, debo ser muy cariñoso y no enfrentarme a él para contrarrestar esta carencia.
Es cierto que deberá ser cariñoso, muy cariñoso, pero no confunda eso con la indulgencia a las normas. Su hijo no lo querrá más porque le deje hacer todo lo que quiere.

Quinto error: Decir NO cuesta mucho, es mejor decirles que SI, "ya sufrirán cuando sean mayores"
La frustración como todas las emociones es bueno que aparezcan de manera sistemática y moderada en la educación de su hijo. Si no lo hace usted la sociedad lo hará y seguramente con mucho menos miramiento y con peores repercusiones para él/ella.

Sexto error: No soportamos el conflicto, que nos ponga mala cara. Podemos pensar equivocadamente que somos egoístas si imponemos reglas que nos ayuden en la convivencia.
La educación y las normas son esenciales para el desarrollo y maduración de los niños. Y eso a veces supone enfrentarnos a los deseos primarios que puedan tener, pero es imprescindible marcar líneas rojas que no se traspasen para que sepan hasta dónde se puede y no se puede llegar.




Los límites y las normas coherentes y consistentes son esenciales para el desarrollo madurativo y emocional de los niñ@s.


A continuación vamos a describir algunas pautas generales para la aplicación de los límites:

  • A la hora de poner límites es muy importante el cariño.  Y después mucho más cariño. 
  • Las normas y los límites no deben ser extrañas, dejar guiarnos por el sentido común. Posiblemente no sea adecuado ni normal que nuestr@ hij@ de 4 años friegue los platos, pero seguramente sí acostumbrarlo a que recoja sus cubiertos. Quizás no sea normal que se acueste a las 7, pero tampoco que lo haga a las 12 si se debe levantar antes de las 8 de la mañana.
  • La consistencia en la norma y el límite debe ser extrema. Sobre todo al principio. No podemos pretender que nuestr@ hij@ no se acueste en nuestra cama si habitualmente se lo dejamos hacer. Ellos harán lo que les dejemos. Pero luego no les podemos reprochar nada. Si queremos que algo se cumpla lo debemos indicar siempre y sin excepciones.
  • La empatía, que es la capacidad para “ponernos en su lugar”, nos ayudará a entender los motivos que ellos tienen para actuar y reaccionar en una determinada situación y, desde ahí, podemos enseñarles modos de afrontarla. Y también les enseñamos al ser modelos eso tan importante para las interrelación con los demás que es saber ponerse en el lugar del otro. Esto le ayudará en su vida
  • La coherencia es también muy importante porque uno tiene que creer aquello que quiere enseñar. La contradicción entre lo que se dice y lo que se hace invalida la norma que o bien no se cumple o lleva a la mentira. Por eso es tan importante que los padres actúen con seguridad y sin contradicciones. Es sobre todo con un estilo de comportamiento con lo que los hijos se identifican y al que imitan. La norma concreta puede ser más o menos discutida si se le transmite una forma de ser responsable y honesta.
  • No consideres que se trata de domesticarlo, de convertirlo en algo que queremos, seremos mas eficaces en su educación si le apoyamos en el camino de encontrar sus propias capacidades, su forma de ser…, y él también se sentirá mejor mas seguro consigo mismo.
  • El castigo tiene una eficacia muy limitada sobre todo las humillaciones. Un hijo educado en un convivencia familiar donde lo habitual son las discusiones, gritos, peleas, existe una probabilidad muy alta que en el futuro reproduzca lo que ha vivido. Los malos tratos tanto físicos como verbales, hacen que tu hijo se comporte de manera agresiva o, por el contrario, en alguien extremadamente temeroso que tienda a evitar las interacciones sociales

2 comentarios:

  1. Alguien comentó que somos la generación que pasó de llamar a los padres de usted y dejar que nuestros hijos nos insulten.
    ¿ dónde está el término justo o medio ?
    Angel Tremps

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    1. una interesante reflexión Ángel. Quizás el punto medio sea el sentimo común.

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