El rey glotón1
En el remoto territorio de Tragaldabia gobernaba un soberano que disfrutaba con suculentos festines. Compartía mesa y mantel con los más nobles del reino. Los banquetes se alargaban hasta el amanecer. En los convites devoraban salmones frescos al limón, aderezados con espumosos de la región de Champaña; truchas rellenas de jugosas láminas de panceta crujiente, guarnecidas con vinos blancos de las laderas del Rin; faisanes embuchados con ciruelas y uvas, dorados a la miel, regados con caldos rojos de las soleadas tierras del sur; ciervos asados en espetón, con confitura de grosellas y bayas silvestres de los bosques, acompañados de licores variados; mangos, chirimoyas, papayas; frutos traídos de parajes exóticos; hojaldres de canela y crema, cubiertos de chocolate caliente…